Nicolás Pareja Escalante- Nota publicada en la Revista Fútbol Total (Colombia)
Seguro que si se concentran en el nombre
Ricardo Izecson Santos Leite, la mayoría, si no todos, quedan en el aire. Pues
este nombre así al desnudo no enmarca la figura que su apodo atrapa.
Desde pequeño demostró su derroche de clase
dentro del rectángulo. Sin ninguna limitación, con total soltura y tranquilidad
empezaba a desarrollar su proyecto de vida: ser futbolista.
El fútbol para él no se convertía en su todo;
tenía la enorme posibilidad de dedicarse a lo que quisiera por su posición
social y económica. No tenía que pasar hambre y jugar con la angustia de sacar
a su familia adelante; no dependía su vida de lo que sus pies hicieran con el
balón.
Sin embargo, Ricardo, apodado Kaká de forma
cariñosa en Brasil quería y tenía como propósito ser un maestro del balón.
Comenzó esbozando lo que es una brillante
carrera en el Sao Paulo a los ocho años. Hizo todo el proceso arduo que
equivale estar en las divisiones menores hasta escalar destacadamente al primer
equipo.
Su progreso futbolístico lo iba llevando de la
mano junto con el educacional. Ricky, de padre ingeniero y mamá docente tenía
la fortuna de gozar de una educación notable que le estructurara la mente con
otros conceptos aplicables en cualquier ámbito de la vida. Sin duda una gran
diferencia con el común.
Su porte de “galán de América”, su tranco
largo, su letal velocidad y su disparo teledirigido estuvieron en riesgo; el
mundo por poco se queda sin ver la gema que Kaká representa para el mundo
fútbol por culpa de un accidente en una piscina.
Se fracturó la sexta vertebra a los 18 años; a
portas del debut. Los médicos, en un tema tan delicado como este no creían
posible que Ricardo Izecson pudiera volver a sumergirse en los terrenos de
juego. Es más, no creían posible que puediera volver a caminar.
“Creer
en Jesús me permitió recuperarme”, cuenta el crack cuando se le pregunta por su
proceso recuperativo ya que es cristiano evangélico. Agradece a Dios todos los
días por el gran milagro que hizo en él.
El talentoso volante se recuperó de forma
asombrosa, destellante. Al cabo de unos meses estaba de vuelta al ruedo para
demostrar la misión que Dios había encomendado en él.
Quería redituarle a Dios en cada acción, en
cada pase, en cada gol la bendición que había tenido con él. Claramente, con
tanta decisión y confianza sus pasos no tardaron en generar eco a nivel
mundial.
Estaba cerca de cumplir los 20 años cuando fue
elegido mejor jugador del torneo brasileño. Algo verdaderamente especial e
impactante; pues había jugado 58 partidos en el primer equipo anotando 23
goles. Su rendimiento superlativo lo
llevó a ser convocado a la Selección absoluta que viajó y ganó el Mundial de
Korea y Japón en el 2002.
No tuvo mucha participación en la cita orbital,
pero estuvo presente y ayudó en el pentacampeonato cuando Luis Felipe Escolari
lo requirió.
Los Rossoneri del Milán se habían hecho con los
derechos de la joven estrella para pulirla como un diamante en bruto. Ellos
tuvieron visión de lo que el jugador les podía ofrecer en un futuro
desembolsando 8.5 millones de euros.
Esa misma visión le faltó al Real Madrid quien
tuvo la prioridad del caso. El equipo merengue pudo tener al jugador en sus
filas pero, su secretaría deportiva consideró apresurado invertir 8 millones de
euros por él.
Florentino Pérez y, sobre todo el entonces
director deportivo Jorge Valdano, se arrepienten enormemente por dejar escapar
esa perla. “Dejar ir a Kaká sin cerrar contrato fue el peor error de mi
gestión”, dijo Valdano después que el talento del brasileño explotara.
En cambio, el Milán, a través de Leonardo (ex
jugador brasileño y accionista del Rossoneri) apuró la negociación y la llevó a
cabo con éxito.
Fue el inicio de una era romántica. Tuvo sus
plus desde la temporada 05-06 hasta 08-09, pero sin duda que su rendimiento
All-Star fue en el 2007. Se convirtió en un ícono de la entidad italiana.
Un gentleman dentro y fuera del terreno de
juego. Sus cualidades estaban en el climax; se desacía de los rivales con un
estilo no propio de los brasileños. Tiene un estilo diferente, muy europeo,
aporta la dificultad de conseguir la simpleza.
Su trabajo representado en el campo de juego
fue galardonado con nada más ni nada menos que el Balón de Oro en el 2007; a lo
que se le sumó el Fifa World Player y el premio FIFPro al mejor jugador del
globo. Un fuera de serie sin duda alguna.
Su rendimiento como constante le provocaba un
remordimiento absoluto al Real Madrid por el error cometido en el pasado; IL
Bambino d’oro se convertía en ese deseo obligatorio del club. Era la necesidad
del Merengue de revertir su mal accionar y traerlo a la institución.
No le fue fácil y mucho menos barato, pues él
había multiplicado su valor más de ocho veces. Pero nada es imposible para el
equipo que genera más ingresos en el mundo y Kaká había mutado en su obsesión. Por
eso pagaron la módica suma de 65.000 millones de euros. Un negocio redondo del
Milán.
El club Blanco le abrió las puertas de
excelente manera, pero su desempeño dentro de él no ha sido al nivel de la
transacción. El futbolista ha sido victima de consecutivas lesiones que lo han
privado de la continuidad necesaria para que su juego vuelva a tornar
brillante.
Lleva en transcurso tres temporadas con el
Madrid y, apenas en esta última el jugador ha gozado de la confianza del DT que
le proporciona minutos en el campo. Su nivel claramente ha comenzado a elevarse
y eso se nota en distintas y múltiples pinceladas de talento que regala partido
a partido.
Se está despidiendo de un momento duro en su
parte deportiva para darle la bienvenida a esta nueva etapa que lo tiene a
punto de coronarse campeón de La Liga en un duelo extraordinario con uno de los
mejores equipos de la historia: el Barcelona de Guardiola y Messi.
El astro poco a poco seguirá marcando su
carrera de puntos positivos y negativos, tal como la vida misma; pero seguro de
la mano de Dios, y del apoyo que recibe día a día de su esposa y sus hijos
seguirá prolongando su legado.
¡Gloria a Dios y qué nivel Kaká!